
En un contexto marcado por la creciente tensión comercial entre potencias como Estados Unidos y China, los aranceles han pasado de ser un riesgo potencial a convertirse en una realidad que afecta directamente a las empresas del sector tecnológico e industrial. Costes imprevistos, retrasos logísticos y una incertidumbre constante están obligando a muchas compañías a replantearse su modelo de producción.
Frente a este escenario, fabricar en Europa emerge como una alternativa estratégica: más cercana, más eficiente y con mayor control sobre la cadena de suministro.
En nuestro último artículo especializado analizamos cómo la relocalización de la fabricación puede ayudar a reducir riesgos e impulsar una producción más digitalizada y sostenible.